El rostro en el cine
Todos tenemos un rostro o, por lo menos, todos estamos convencidos de tenerlo. Y de ese mismo hecho procede, desde hace mucho tiempo, la más simple y banal definición del ser humano: aquel que tiene un rostro y puede, ofreciéndolo a otro, tanto comunicar y expresar sus emociones como darse a conocer en sociedad. Pero, ¿y nuestras imágenes? ¿Qué hacen con ese rostro en el que nos reconocemos? ¿Cómo se sirven de su humanidad o, por el contrario, qué hacen para desembarazarse de ella? ¿Cómo se entiende que, después de tantos años, aún quieran maltratarlo más? Es, pues, el destino ...