1910: Segunda parte, El cine del año del Centenario en los Estados
Sinopsis del Libro
El cine del año del Centenario en los Estados es el título del segundo volumen de esta colección que dedica Juan Felipe Leal a 1910 (el primero lo consagró exclusivamente a la Ciudad de México). Este fue un año de una diversa actividad cinematográfica en la provincia mexicana en el que se distinguieron los Estados de Hidalgo, México, Puebla, Zacatecas y Chihuahua. Además, fue entonces cuando se generalizó el film d’art y cuando se impusieron las películas de gran duración, algunas de ellas danesas e italianas, también, cuando arrolló el famoso “Cine-Phono”. Fue en la provincia donde se filmaron las últimas vistas de las celebraciones del primer Centenario de la Independencia Nacional (Las fiestas del Centenario en Puebla, Fiestas en honor del marqués de Polavieja en Cholula, Panorámicas de Puebla, Desfile histórico en Toluca y El marqués de Polavieja en Toluca) y fue también en la provincia donde se rodaron las primeras películas de la revolución maderista: Cateo de la casa de Aquiles Serdán en Puebla, Cortejo fúnebre de los civiles y funcionarios fallecidos en el tiroteo de la casa de Aquiles Serdán y Entrada de los revolucionarios a Ciudad Guerrero, Chihuahua. Guillermo Becerril, hijo, filmó en los estados de Veracruz, Puebla y Chihuahua; Salvador Toscano y Antonio F. Ocañas realizaron rodajes en el Estado de Puebla; los hermanos Alva tomaron películas en el Estado de México y la Unión Cinematográfica, S.A., hizo lo propio en el Estado de Guerrero. Pero fueron pocos los cineastas de provincia que filmaron en sus lugares de asiento, entre ellos: Federico Bouvi, en Aguascalientes y sus alrededores; Juan C. Aguilar y su socio Bretón, en Orizaba y sus inmediaciones; y el duque de Montpensier, en Jalapa. Sorprende que otros dueños de cámaras filmadoras (como José Iracheta de Pachuca, la Empresa del Salón Pathé de San Luis Potosí —cuyos propietarios eran los señores Isauro Martínez y Miguel Sánchez—, y los encargados del Teatro Apolo de Culiacán) no nos legaran algún registro cinematográfico. Por su parte, los exhibidores de la legua continuaron con su ardua labor, tal y como lo hicieron los jaliscienses de origen poblano hermanos Stahl; el jerezano Ricardo Méndez Calderón; el zacatecano Agapito Romero; el duranguense Emigdio Hernández; y tantos más cuyos nombres han quedado en el olvido.
Ficha del Libro
Total de páginas 224
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