El reinado de los Gusard y el libro dorado

Leoron de Alera regresa a casa tras las guerras contra la Colmena decidido a proteger de la guerra civil la ciudad capital, último bastión del reino de una monarca desaparecida. Leal hasta los huesos, Leo responde al llamado del Prime Nial y jura custodiar a cualquier precio a tres mujeres desconocidas que llegan desde la Tierra. Sin embargo, el noble soldado no está preparado para soportar la descarga de deseo que lo pone contra las cuerdas cuando ve por primera vez a Trinity Jones. Mientras Leo lucha contra aliados y enemigos por igual, nada tiene sentido y descubre que la mujer que esta ...

Después de El palacio de la luna, continúa la fascinante historia de la primera y única mujer que llegó a ser emperatriz en la antigua China. Tras la muerte del emperador, todo cambia en el palacio. Mei, su primera concubina, ahora es libre, y el amante de esta, Faisán, el heredero, es proclamado emperador. Comienza una nueva era en China. Pero cuando Mei cree que está a punto de alcanzar sus sueños, la poderosa e impredecible esposa oficial del emperador se vuelve contra ella, demostrando que está dispuesta a todo para acabar con sus privilegios. La lucha por la hegemonía que se...

El rey Ricardo II desterra a su sobrino, Henry Bolingbroke, cuyo padre John Gaunt muere. Richard se apodera de las tierras y el dinero de Gaunt para financiar sus esfuerzos militares en Irlanda, a pesar de que la propiedad pertenecía a Bolingbroke por herencia. Ricardo se vuelve cada vez más impopular, por lo que varios nobles clave apoyan a Bolingbroke en su levantamiento durante el viaje del Rey a Irlanda. Todo sale mal para Ricardo y es derrocado y encarcelado. Bolingbroke se convierte en el rey Enrique IV. Se descubre una conspiración fracasada. Finalmente, Ricardo es asesinado en su...

"Hace ya dos semanas que no sé nada del Inquisidor. Aunque también podría decir que en realidad hace cinco meses, el tiempo que ha transcurrido desde que me lo tropecé por vez primera, que no sé nada de él. Nunca vi su rostro, ni oí su voz. No podría asegurar que es un hombre, ni siquiera que exista, en la forma en que convencionalmente existen las personas. Y sin embargo, haberlo perdido, el solo pensamiento de que así sea, convierte mi existencia convencionalmente irrefutable en algo inerte y sin objeto. En estos cinco meses, descubro ahora, me había habituado a ser para él. El...